Saltamontes

 

Hemos pasado horas enteras persiguiendo saltamontes. Lo hacía yo cuando era niño ¡y menos niño! y ahora lo hago con Diego que se lo pasa fenomenal detrás de estos insectos tan especiales que, si no fuera porque los vemos cada primavera y cada verano, nos parecerían seres rarísimos.

Estos pequeños acorazados que son capaces de saltar cada vez que los intentamos coger hasta que se cansan del juego y deciden dar un vuelecito para irse lejos y que les dejemos en paz, son una de las distracciones favoritas de muchos niños cuando llega el buen tiempo.

El primer sitio donde Diego se aficionó a coger saltamontes fue el mismo de las lagartijas, es decir, la pared del cementerio antiguo de Reinosa. Por el prado que lo rodea corría detrás de cada saltamontes que descubría. Y no eran pocos porque el sitio es ideal para ellos. Hierba, calor por el día y humedad por la noche. Y frío, bastante frío incluso en verano. Pero la coraza de los saltamontes les protege y ellos saben buscarse refugios donde se esté bien hasta que empiece a salir el sol.

Diego tapando con sus manos una “captura”. Es importante dejat un hueco para no aplastar al saltamontes.
Y aquí está la pequeña, verde y saltarina captura. Lo coge con cuidado para evitarle el menor daño.


Los saltamontes, como buenos insectos que son, tienen tres partes: cabeza, tórax y abdomen, con un par de patas en cada una de ellas. Las del abdomen son más largas con lo que pueden dar esos enormes saltos. Pensad que para el tamaño de un saltamontes los saltos que dan es como si un atleta fuese capaz de saltarse un edificio.

Las antenas les sirven para orientarse, detectar peligros, oler la comida, etc. pues son sensibles a la humedad y al calor. Comen sobre todo hierba, pero también hojas y frutos de las plantas que mastican muy bien con sus mandíbulas.

Tienen ojos de los llamados “compuestos”, es decir que en realidad son muchos ojos pequeñitos unidos, por lo que ven como si fuera a través de una red como les pasa a muchísimos insectos.

Esquema de la cabeza de un saltamontes donde pueden verse los ojos compuestos, las antenas y las partes de su boca que le sirve para masticar los vegetales.


Respiran también como suelen hacerlo los insectos, gracias a unos agujeritos que tienen por todo el cuerpo y que comunican con unos pequeños tubos por los que circula el aire.

Tienen el oído al principio del abdomen, donde hay una membrana o “tímpano” que les permite oír los sonidos del ambiente.

Debajo de las alas de fuera, que son más duras, hay otro par de alas que son casi transparentes y suelen tener color, con las que pueden volar durante algunos segundos, suficientes para escapar. También sirven para que otros saltamontes vean sus colores y sepan la especie de su colega. Por tener este tipo de alas se llaman “ortópteros” que significa “alas rectas”.

Saltamontes azul llamado así por el color de sus alas interiores que vemos en el dibujo y casi no vemos en la foto porque se confunden con la tierra. Los científicos le llaman Oedipoda coerulescens y es bastante común.
Y este es el rojo, más típico de los montes y cuyo nombre en latín es Psophus stridulus por lo sonoro del canto de los machos.


Hay saltamontes migradores, las famosas “langostas” que pueden volar durante horas y recorrer grandes distancias pudiendo alcanzar velocidades de más de 3 km/h. Cuando esos miles o incluso millones de langostas llegan a un sitio lo invaden y se comen todos los vegetales siendo una verdadera “plaga”.

Esta hembra de langosta del desierto, Schistocerca gregaria, la vimos en Extremadura. Destaca el ovopositor de color negro al final del abdomen que le servirá para poner los huevos.
Que es lo que hace esta hembra de langosta migradora llamada Locusta migratoria.


Es curioso como estas langostas pueden tener dos aspectos: uno cuando son más o menos solitarias y otro cuando empiezan a reproducirse tanto que se convierten en auténticas bandadas migradoras que arrasan los territorios por los que pasan. Se dice entonces que están en la “fase gregaria”.

De todas formas esto tiene algo de bueno para los habitantes de estas tierras, normalmente el norte de África, porque las langostas son comestibles y de hecho se las come fritas y aliñadas con especias. Sin embargo los labradores intentan eliminarlas usando pesticidas, lo cual es peligroso porque contamina la tierra, aparte de que las hace incomibles.

Por cierto, a los saltamontes también se los comen otros insectos como las mantis y algunos escarabajos, así como las hormigas cuando son pequeños, casi recién nacidos. Les gustan también a las ranas, a las arañas, a las aves (sobre todo codornices y alondras), a los erizos, a las musarañas y a algunas rapaces como el cernícalo, el ratonero, etc.

Los saltamontes machos deslizan la doble hilera de pequeñas espinas que tienen en la tibia (segunda parte de la pata) sobre el fémur (primera parte) para emitir unos sonidos con los que atraen a las hembras.

Una vez que se ha producido el acoplamiento la hembra pone los huevos debajo de la tierra (a unos 3 cms.) gracias a su “perforadora” en forma de cuchillo que se llama “ovopositor”. Luego los envuelve con saliva que se endurece y forma una cápsula que se llama “ooteca”. Esto sucede a fines del verano o en otoño y poco después, al llegar los primeros fríos, los adultos mueren pero las crías nacerán en primavera, en abril.

Son de color blanquecino y en pocos minutos se liberan del huevo pero corren el riesgo de ser devoradas por las hormigas. Si consiguen sobrevivir pasarán de ser larvas a adultos en unas seis semanas. Los saltamontes realizan mudas igual que las serpientes: al cabo de unas seis ya se consideran adultos y dentro de un par de semanas más estarán preparados para reproducirse.

Los auténticos saltamontes son los que tienen las antenas largas como los que presentamos a continuación:

Un saltamontes muy común es la llamada “Langosta verde” o Tettigonia viridissima, que es nocturno y puede llegar a comer animales muertos.
Aquí tenemos la langosta verrugosa o Decticus verrucivorus que son de las más corrientes en nuestro campos.


Aunque también se llamen “saltamontes a otros de antenas cortas como este saltamontes verde, Omocestus viridulus, que abunda en primavera y verano y del que presentamos la familia completa:

La hembra hace honor al nombre de la especie por su color verdoso.
El macho es de color marrón, aunque similar en forma y tamaño a la hembra.
La cría o “ninfa” también es verdosa y tiene el aspecto de “saltón” por el que se les conoce.


Hay unas 10.000 especies de saltamontes en el mundo de las que podemos encontrar unas cuantas en nuestro país. Hemos citado algunas y terminaremos con una de las más normales: el saltamontes de ala listada (Stenobothrus lineatus) que salta cada verano por nuestros prados:

Este ejemplar lo encontramos Diego y yo precisamente por los prados de Cantabria.


Os hemos enseñado unas cuantas cosas sobre los saltamontes. Cuando los veáis saltando o volando por el campo ya sabréis más sobre ellos. Si los cogéis hacedlo con cuidado, sobre todo porque se les puede romper una de las patas traseras lo que les dejaría en inferioridad de condiciones.

Tratarlos bien y soltadlos enseguida si los cogéis porque aunque haya muchos son seres vivos complicados y sensibles que tienen además un papel importante al ser alimento de otros muchos animales además de alegrar nuestros campos con sus saltos y sus vuelos increíbles.

 

 

Nota: El dibujo de la cabeza de saltamontes es de un antiguo libro de texto de la Editorial ECIR, concretamente “Ciencias Naturales” de 1º de BUP. Los dibujos de los saltamontes azul y rojo son del libro “Guía básica de la flora y fauna de Europa” de la Editorial OMEGA. Las fotos de los saltamontes azul y rojo son de una página web llamada “aramel.free.fr”, la de “Locusta migratoria” es de un joven colega llamado Víctor Montserrat de la Facultad de Biología de la U.C.M., la de la langosta verde es de Christof Luethi y la de la verrugosa de “natureinfinland” y, por último, la familia de saltamontes verdes ha salido de la página “popgen.unimaas.nl”.

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